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Cuando no puedo andar

Fue a principios de octubre cuando llegó la convocatoria para un concurso de relatos de mi club de montaña, el CAM, es decir, el Club Almeriense de Montañismo. En apenas un párrafo se hacía el anuncio: “Queridos compañeros, os invitamos a participar en nuestro concurso de relatos de montaña “Seguir subiendo”. Tenéis dos meses y un par de folios para contar vuestras aventuras, experiencias, sensaciones o sueños en la montaña. Esperamos vuestros relatos. Buena escritura.

La parquedad del mensaje estaba en consonancia con esa aparente frialdad del montañero, pero era un guiño al compañerismo y, desde luego, un estímulo frente a tantos meses sin poder pisar la montaña. Aunque la vida ahora mismo no me da muchos respiros decidí presentar la siguiente pieza: >>seguir leyendo

Bendita locura (III)

De manera esquemática la última parte del reto puede resumirse así: Álex trazando una línea que va de poniente a levante. Y los comandos de apoyo entrando de sur a norte, o de norte a sur para acompañarle un tramo hasta el siguiente relevo.

Chequeo médico. Aunque parezca imposible todo en orden

Afronta esta etapa tras haber superado el control médico. Empieza la traca final con el Club de la Zubia, que le acompaña los primeros ocho kilómetros. Después, tras un inquietante tramo a solas en el que Álex se pierde y acaba entre matojos, por fin llega a los cortijos de Echeverría. Allí le esperaban Frasco y Fernando. El Negro había acumulado cierto retraso al extraviarse y el Comando Kaldera, que para entonces ya iba camino del refugio Poqueira, reestima la hora a la que llegarían Fernando y Álex al refugio de la Caldera. >>seguir leyendo

Bendita locura (II)

Enseguida las olas tapan la progresión de Álex. Bracea mar adentro para despegarse del litoral y evitar las rocas. El equipo de fotógrafos[1] toma las últimas instantáneas. Un dron se ha aventurado hasta su posición para sacarle primeros planos en el agua. Los piragüistas a duras penas mantienen el rumbo. El viento es fuerte, pero ahí están. Acompañando a Álex.

Bregando en el mar de Alborán. El Cabo de Gata al fondo.

Al día siguiente, a esas horas, el Comando Kaldera, del que formo parte, ha de partir hacia Trevélez para cumplir con su cometido. Teníamos que llegar hasta el refugio de la Caldera, donde Álex, si todo marchaba bien, llegaría de madrugada acompañado por Fernando. >>seguir leyendo