Bendita locura (II)

Enseguida las olas tapan la progresión de Álex. Bracea mar adentro para despegarse del litoral y evitar las rocas. El equipo de fotógrafos[1] toma las últimas instantáneas. Un dron se ha aventurado hasta su posición para sacarle primeros planos en el agua. Los piragüistas a duras penas mantienen el rumbo. El viento es fuerte, pero ahí están. Acompañando a Álex.

nadando

Bregando en el mar de Alborán. El Cabo de Gata al fondo.

Al día siguiente, a esas horas, el Comando Kaldera, del que formo parte, ha de partir hacia Trevélez para cumplir con su cometido. Teníamos que llegar hasta el refugio de la Caldera, donde Álex, si todo marchaba bien, llegaría de madrugada acompañado por Fernando.

Por primera vez empezaba a vislumbrar que era cierto eso de que iríamos a la montaña para apoyar a Álex. Algo empezaba a removerse dentro de mí. Veo un montón de gente dispuesta a echar una mano. Cada uno tiene más o menos claro dónde interviene. Cuál es su cometido. Su conexión con el plan.

Todo se puso finalmente en claro la tarde anterior. En la sede del CAM. Allí el Negro fue liando al personal mientras Frasco ponía en orden las ideas. Tan importante era establecer los ritmos y equipos de relevos como designar el apoyo a los equipos de apoyo. Me explico. Nosotros, por ejemplo, el Comando Kaldera, como lo bautizó Isaac,  teníamos asignado el tramo entre el refugio de la Caldera y la Piedra de los Ladrones. Pero para hacer eso necesitábamos varias cosas: que alguien recogiese el coche que dejaríamos en la Hoya del Portillo, que hubiese otro coche en el refugio del Postero, punto al que nos dejaríamos caer desde la cuerda, y que en el Puerto de la Ragua nos esperasen con comida y un lugar donde pasar la noche.

Esta casuística era extensible a los diversos grupos que intervendrían en el Triatlón, dando lugar a una compleja maraña de detalles que, en el fondo, nadie controlaba por completo. Era un puzle de mil piezas. Y todas tenían que encajar.

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Planificando el reto en el CAM. El mapa de Álex. Que ya es de leyenda.

El grupo que despidió a Álex a la orilla del mar, junto a la universidad, se deshizo en un arrebato de prisas y quehaceres. «Mañana donde Diego a las tres. Cambiamos las cosas de coche y tiramos para la sierra», fue alguna de las frases de despedida.

Seducido por la actitud de aquellos valientes que con arrojo se había lanzado al mar para acompañar a Álex, tenía curiosidad por ver la llegada a la playa. En cinco minutos nos plantamos en una cafetería, cerca del espigón de los Gatos, por donde deberían aparecer en un par de horas. Paladeábamos el café sin prisa, conversando con Jesús sobre la siguiente fase del triatlón, en la que él jugaba un papel importante.

Dron y Alex

El dron y Álex

Él, o para ser más precisos Aventura Bike, era uno de los patrocinadores del proyecto y su apoyo logístico iba a ser esencial. Seguiría a Álex y su escolta de ciclistas durante las próximas horas, incluyendo la primera noche, en la que obviamente no se paraba para dormir.

Se acercaba la conclusión de la primera parte de la prueba y nos fuimos hacia el espigón. Allí nos reencontramos algunos de los que estuvimos en la salida. Los fotógrafos, el tipo que manejaba el dron y Mar, la chica de Álex, que pasea cabizbaja, nerviosa. Desde las escolleras vitoreamos a los navegantes. Ahí mismo estaba la playa.

saliendo del agua

¡Vamos chaval!

Se me erizó la piel cuando Álex salió del agua y todos empezaron a animarle y correr tras él hacia la furgoneta de Jesús. Allí empezaba a conglomerarse la gente, curiosa ante el revuelo de bicicletas y cámaras, siempre un poderoso imán. El siguiente equipo de apoyo, el siguiente comando, se prepara para la batalla. En una primera fase irán Juanjo Fourquie, un triatleta de larga distancia, y Antonio Lorente Lamarca, otro patrocinador del evento con el grupo Lamarca. Después Javi y Sergio, en otras dos tandas, tomarán el relevo.

Se forma un tinglado interesante. Álex sigue dando instrucciones. Se ha mareado un poco. Las aguas estaban revueltas. Sobre todo en la desembocadura del Andarax, dice. Cómo sería la cosa que las dos piraguas volcaron.

Jesus ayuda

Preparando a Álex para los 390 kilómetros de bici

Jesús le ayuda con mimo a equiparse. No descuida detalles que pueden ser fundamentales. Como por ejemplo eliminar cualquier resto de arena que traiga de la playa. Un granito de arena en un mal sitio durante las próximas veinte horas puede hacer un agujero. Le insiste en ir bien abrigado.

A las cinco de la tarde empiezan a dar pedales. Arranca la caravana de vehículos que lo van a acompañar. Me quedo con una sensación extraña. Si todo va bien le veremos la siguiente madrugada, su segunda noche sin dormir, en el refugio de la Caldera.

 *   *   *

Fuimos amontonando en el salón la variada colección de apechusques necesarios para la faena. Había dos montones. El del material y todo lo relacionado con la alimentación y la hidratación. Probablemente la sierra estaría helada y no encontraríamos fuentes, por lo que en este aspecto convenía hilar muy fino para no cagarla.

Ahora sí que empezaba a notar la tensioncilla. Coño, esto va en serio. Como no me ponga las pilas, como no me mentalice, voy a «hincar el pico», como decía Isaac. Voy con gente experta. Lo que no puede ser es que por un fallo mío, por no estar preparado, se vaya a pique la historia del Negro. Que tengan que sacarme de allí por no estar lo suficientemente concentrado y preparado.

Se imponía un estado de alerta, más que festivo. A medida que distribuimos crampones, barritas energéticas, botellas de Powerade y un etcétera demasiado largo para nuestras previsiones iniciales, iban llegando fotos de la hazaña vía wasapp. Álex devoraba kilómetros y las instantáneas daban cuenta de uno de los objetivos que hacía del triatlón algo más que un reto deportivo: mostrar el peculiar, variado y sugerente paisaje de estar tierras del sureste, de Almería y Granada: un paraíso para la práctica del deporte. Una maravilla.

Bici Molino

Almería, paraíso deportivo (Alex dixit)

Cae la noche. Las luces de la bici iluminan la carretera. También los faros de la furgo de Aventura Bike. Ahí siguen, kilómetro tras kilómetros, devorando millas, cincelando la orografía almeriense. Subiendo puertos. Del mar a la montaña. Frasco entra en acción a las once y veinte de la noche, en algún lugar perdido de la provincia. Ha venido exclusivamente para llevar un té calentito y una sopa al Negro. Esta gente almeriense es así.

Puede que ahora, cuando ya han pasado unas semanas de esta bendita locura y todo se ve desde otro prisma, una de las cosas que más me han gustado, es haber formado parte del grupo humano que acompañó a Álex. Tanto que el adjetivo con el que pretendía bautizar esta crónica lo tuve que cambiar. Ya no es una «puta» locura. Es una Bendita locura. Ha sido la oportunidad de aunar esfuerzos que progresaban paralelamente, como si fuese un organismo.

Simultáneamente Jesús conduce incansable su furgo, Frasco prepara el termo con el té, David hace su mochila, Fernando calienta motores, el nutricionista Francisco García Navío pone a punto sus últimos consejos. Mucha, mucha gente, va organizando sus rutinas para estar donde le corresponde, con lo que le corresponde, en el momento adecuado.

de noche bici

¡Están locos estos romanos!

Me reconforta la bolsa de agua caliente con la que duermo. En Filabres debe de hacer un frío de mil demonios. Javi y el Negro suben puertos de madrugada. ¿Es o no una locura? No paran. Ya han pasado Lucainena y Bacares. Llegan a un tramo helador. Todo ese corredor que va desde Aulago hasta Quéntar, pura sierra.

Ahí sufre Álex. Se queda solo. Él y su reto, cara a cara. Kilómetro a kilómetro. Y Jesusico pendiente. Todos alerta.

Vence su primera noche sin dormir. Resulta que eso también lo ha entrenado. Hay pocos resquicios para que se cuele Murphy y la joda. Pero no hay que bajar la guardia.

bici, puerto

Cerca de terminar la fase bicicletera

Empieza a despuntar el día. El sol se lleva por delante la soledad y el miedo. Esa agonía y debilidad con la que la oscuridad nos envuelve.

Sigue la aventura. La gente con sus quehaceres cotidianos. Mañana de viernes. Los comandos que van a intervenir en la montaña afilan sus armas. Se acerca la segunda transición. Últimas rampas de Cumbres Verdes.

Y este tío sigue en pie.

 

 

[1] Miguel Pérez “Er juli”, fotógrafo profesional y buen gusto y el equipo audiovisual R-Action

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