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Ganar

Caminar despreocupadamente. Sin ninguna pretensión. Despacio porque hay tiempo. Es el único ingrediente del que sobra.

El plan es muy sencillo. A veces tiene planes tan obscenamente sencillos que se alarma.

“El plan es verte y escucharte. Nada más”, recapitula.

Mientras tanto da vueltas por la ciudad. Busca un lugar en el que escribir. En tres días ha topado con dos idóneos para sus propósitos. Más que suficiente.

La ciudad le abruma con sus propuestas. Le dispersa.

Los turistas han ido apoderándose de la esencia del lugar. Consumiéndola. No se sabe muy bien cómo fue el proceso. En principio la gente llega atraída por las peculiaridades de la ciudad, por su idiosincrasia. Por sus bares y comercios. Por los monumentos y el clima. >>seguir leyendo

California Dreams. Yosemite

Dejamos atrás la ciudad y sus ‘shopping centres’. Hemos cargado provisiones y nos disponemos a afrontar unos días en Yosemite. Da la casualidad de que es cuatro de julio y todos los campings están ocupados. Sin embargo existen zonas de acampada libre donde es posible establecerse.

Cuando llegamos un cartel anuncia las normas de acampada. Es necesario meter el dinero que cuesta cada noche en un sobre. Hay que guardar alimentos y cualquier cosa que huela (calcetines) o sea comestible (pasta de dientes) en unos armarios metálicos para evitar que los osos se metan en la tienda. Está prohibido quemar el Parque. >>seguir leyendo

Corrigiendo la novela

Me gusta escribir en la cafetería del hospital. Es otro de los lugares que he encontrado para estar a mi aire. Es un espacio generalmente vacío, un poco de plástico todo. Mobiliario barato de un hospital con pretensiones (es de alta resolución según pone en el cartel de la entrada) y pocos fondos. Pero es tranquilo, funcional, discreto. Me gusta.

He llegado aquí después de agotar otros escenarios. Otras cafeterías que ya dieron de sí. Como la de la Universidad, que estaba bien hasta que en octubre llego la manada de estudiantes. No van mucho a clase. Se dedican a flirtear, a dejarse ver, a anunciar a viva voz sus gustos. Es una reafirmación de la personalidad muy propia de la adolescencia. Es curioso verlos disfrazados con gorritos y gafas de sol, reunidos en la misma mesa y cada uno prestando atención a su móvil de última generación. Escribiendo mensajes para quedar con otros y volver a no prestarle atención. Es algo raro. Pero que voy a decir yo de rarezas. >>seguir leyendo