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Pirineos (notas) II

2.Pineta

Desmontamos la tienda a las seis de la mañana y desayunamos en la mesa de picnic en la que hace tan solo unas horas hemos cenado. Gerardo apenas ha dormido, pero tras la paliza de coche no pudo resistir la tentación de explorar los alrededores a ver si caía el primer carnívoro de la lista. Podíamos ver hasta diez, nos dijo, siendo el avistamiento más apreciado el del armiño.

Los primeros excursionistas del día pasaron con sus frontales. Al poco llegó el guarda y nos sentimos aliviados de haber desmontado el campamento. La multa hubiese desnivelado nuestro raquítico presupuesto. Gerardo come como si el mundo se fuese a acabar y, de verle devorar con tanto entusiasmo, a Eduardo y a mí nos entra gazuza. Seguirle el ritmo es complicado: tres huevos duros, cuatro napolitanas, media hogaza con nocilla, un plátano, un litro de zumo, un té o dos, si te descuidas te come un brazo. Vaya, parece que tengo un apretón, anuncia, desapareciendo entre los arbustos con un papelillo en la mano. Come y caga como si fuese uno de los mustélidos que tanto le gusta observar. Es de tránsito rápido y podría volver a desayunar otro tanto. Eduardo y yo, con la mitad, no nos podemos mover. Para colmo nuestras tripas no son tan eficaces como las suyas. Hay que joderse y subir con un lastre extra poco agradable. >>seguir leyendo