Archivo de la categoría: Andanzas

Las cerezas de Caniles

Mantener este blog con vida está resultando muy complicado. Entre las diversas colaboraciones con otros blogs y la redacción de diversos trabajos científicos, amén de la preparación de varios libros, apenas me quedan frases y minutos para lo que debe de ser el campo de pruebas de un escritor, o al menos así es como concibo yo este espacio. Anoto en un cuaderno ideas que a veces logro desarrollar, con el firme propósito de descargar esas ideas aquí. Uno de esos proyectos era la entrada Las cerezas de Caniles, que he ido alargando más de la cuenta. Las anotaciones son del pasado verano, y han sido sepultadas por otras ideas y urgencias. Me he puesto a desarrollar las secciones en las que he planificado la historia, y como esperar a tenerlo todo es una excusa más para retrasar su publicación, voy a ir sacándolo por fascículos, con el fin de tener cierta presión por terminar de redactarlo. Vamos con ello: >>seguir leyendo

Egregio Yangtsé

Una enorme barcaza empuja las pastosas aguas del Yangtsé. Solitaria y anónima, su avance llama la atención del viajero. Imagina su navegación impertérrita, cansina, hastiada de soportar tantas mercancías, tantos atraques, tanto soltar amarras y negociar en un idioma extraño la carga de sus bodegas. Imagina cómo los estibadores se despliegan coordinadamente y sólo con gestos, sin gastar palabras, cargan y descargan la barcaza a través de tablones untados de barro que unen la cubierta con muelles de mil puertos fluviales. Meten y sacan sacos de arroz, garrafas de aceite de mostaza, quintales de sésamo y lingotes de té verde prensado. >>seguir leyendo

Expediciones zoológicas al Sahara Atlántico

Uno nunca sabe muy bien cómo le ven desde fuera. Cuando se trata de un grupo más o menos heterogéneo aunque con intereses y gustos en común, como puede ser Harmusch, lo que uno puede esperar es que a veces nos cataloguen como un poco descarriados, algo atípicos, con alguna cosa interesante que contar. Aunque tampoco podemos enfadarnos si alguien nos califica de personajes inmaduros en busca de sueños imposibles.

La idea de escribir este libro surge tras el interés que Nacho Ruiz, editor de Ediciones Rodeno, nos muestra tras leer un artículo publicado en Quercus (Asociación Harmusch. 2015. Tras los pasos de Valverde: expediciones al Sahara Occidental. Quercus. Cuaderno 348: 26-33) en el que dábamos cuenta de nuestras expediciones al Sahara y sus hallazgos zoológicos. Así, el verano transcurre entre calores soporíferos y versiones que de los distintos capítulos nos enviamos de unos a otros y que, poco a poco, se van puliendo y ensamblando. >>seguir leyendo

El buscador de gatos

(Entrada originalmente publicada en Naukas)

Harmusch es un grupo de gente variopinta, con gustos comunes por la naturaleza en todas sus expresiones. Su radio de acción abarca varios continentes y ecosistemas. Desde las montañas del Himalaya hasta el desierto del Sahara, pasando, como no, por nuestro monte mediterráneo y las selvas tropicales.

Mezclando personajes y lugares podemos dar a conocer buena parte de nuestras actividades y propósitos. En las selvas de Borneo, a miles de kilómetros de nuestra sede, transcurre la siguiente historia. Más concretamente en el norte de la isla, en la Reserva Forestal de Deramakot, un ejemplo de explotación sostenible. >>seguir leyendo

Noches en el desierto

Cuando conocí a Luis mi vida cambió. Hasta entonces yo dormía en el suelo. Me daba pereza montar la tienda. Y la mañana siguiente, con el frío, plegarla y enrollarla. Con esa humedad del desierto. La arena pegada. Buf. Ni pensarlo. Mejor vivaquear. Viendo las estrellas, fumándome una pipa. Estaba el inconveniente de la arena, que cuando sopla el viento se convierte en un improvisado peeling de lo más efectivo.
Gerardo y Javi tenían razones más prácticas que yo para dormir en el suelo. Caminan de noche. Llegan a las tantas y se vuelven a levantar antes del amanecer. Con ese trasiego la tienda es un engorro. Prefieren echar el saco sobre el pedregal, o el mullido fondo de un oued. En una de esas Gerardo vivió una intensa experiencia soportando una tormenta de arena. Durante horas aguantó en posición fetal los furiosos embates del vendaval. Con suerte en este viaje podría probarlo.
Pero como digo mi vida cambió cuando conocí a Luis, un herpetólogo ─estudioso de los herpetos: reptiles (y por extensión anfibios) ─ que formaba parte del Grupo Salvaje. >>seguir leyendo

Sitios a los que no va ni dios (y es una pena)

En realidad yo quería ir a Soria. Pero nunca llegábamos. Dimos tantos bandazos que la lista de pueblos y parajes que recorrimos es irreproducible.
Nos entretuvimos por el borde septentrional de Cuenca y la Alcarria, un piélago de lugares curiosos e interesantes. Muy a desmano.
Mi objetivo inicial era tan nítido como simplón. Era el tiempo de la temida canícula y malvivía tirado en la jarapa, aguantando las calenturientas vaharadas que lanzaba el Sáhara. Parecía que hubiesen encendido un secador gigante.
Pasaban los días de plomo y en un arrebato de lucidez tuve una visión. Mi destino eran esas nubes grises atravesadas por rayos que aparecían en un mapa del tiempo cuajado de discos amarillos. Sí, iría a la Ibérica, en busca de tormentas. >>seguir leyendo

Una vuelta por el Kanchenjunga (I) El país de la bandera rara

NOTA INTRODUCTORIA. El Parque Nacional del Kanchenjunga se encuentra en el extremo oriental de Nepal. Los trekkings para acceder al campo base de este ochomil -el tercero más alto- son largos e incluso tediosos y obligan a atravesar las tres regiones geográficas en las que se suele dividir el territorio nepalí: terai, valles intermedios e y la alta montaña del Himalaya.

El relato del viaje se apoya en este gradiente y obvia la cronología de los acontecimientos. De esta manera se presentan en un mismo lugar o tramo observaciones y anécdotas que corresponden tanto a la subida como a la bajada. >>seguir leyendo

Una vuelta por el Kanchenjunga (II). Las cosas no tan bonitas del Himalaya

Cumbres nevadas que se recortan en un límpido cielo azul. La nieve que de forma inverosímil se amontona en las pendientes casi verticales. Aristas de roca que asoman entre el hielo. El imperceptible devenir de formidables glaciares. Bosques primarios de aspecto temerario a pesar del musgo que recubre sus rincones. El hielo se funde y el agua dibuja cascadas y espuma en su fragoroso recorrido. Antes se remansa en los campos de arroz, se sosiega en los abanicos aluviales. Se esparce por el paisaje. Va de una terraza a otra. Imágenes sugerentes. Paisajes increíbles. >>seguir leyendo

Una vuelta por el Kanchenjunga (III). La brutal llegada del desarrollo

Biratnagar es la segunda mayor ciudad de Nepal. No pongo en duda que aquí viva mucha gente, pero sí que se le llame ciudad. Porque una ciudad conlleva una estructura y una serie de elementos representativos (escuela, templos, teatro, parques) fácilmente identificables. Biratnagar se ha gestado como muchas ‘ciudades’ del tercer mundo: un arremolinamiento de gente que se ha ido estableciendo provisionalmente en torno a las vías de comunicación. Ese rasgo provisional, con todo a medio hacer, se convierte en característica. La provisionalidad es permanente. Hay algún motivo difícil de entender que hace de atractor y provoca que la gente tome la decisión de dejar su pueblo e instalar una chabola junto a un amontonamiento de escombros y basura a medio quemar que se extiende por el tórrido llano, el terai. >>seguir leyendo

Una vuelta por el Kanchenjunga (IV). La esplendorosa vida de los valles.

El reguero de papelillos y envoltorios va disminuyendo a medida que nos alejamos de la carretera y vamos sorteando montañas. Hay menos gente. Las modestas casitas salpican las laderas aquí y allá.

La primera impresión de las espectaculares laderas aterrazadas le deja a uno aturdido. Aquí se vive en vertical y la única manera de comunicarse es caminando. Para ir a la casa de enfrente hay que bajar quinientos metros hasta el río y volver a subir otros quinientos metros. Angostos caminos de piedra. Resbaladizos. Esto empieza a molar. >>seguir leyendo