En lo más profundo del verano no hago pie. Cuido del bebé y de su hermana. Pongo lavadoras y secadoras. Hago la comida y biberones. Macerado en humedad. Hago la compra mientras la niña se rebela porque quiere una bola de la máquina de bolas. No hay bola digo yo. Y se lía. Encadenamos una ristra de porqués cada vez más absurdos que terminan con el portazo del porque lo digo yo. Llantos, gritos, desesperación. Compro pañales para seguir cambiando pañales. La humedad atroz. La ola de calor. La mascarilla deshaciéndose al contacto de la barba. Pica como un demonio. Necesito un respiro.