Conviene especificar, en primer lugar, el ámbito en el que sucede la desertificación. Se trata de regiones áridas, semiáridas y sub-húmedas secas, es decir, aquellas en las que el índice de aridez de la FAO está entre 0.05 y 0.65. Aclaremos que: (i) Este índice da una idea del balance hídrico de la zona; (ii) Hay muchos índices de aridez, además del de la FAO; el aquí utilizado es el cociente entre lo que llueve y lo que potencialmente se podría evaporar; (iii) Las zonas hiperáridas, cuyo índice es menor de 0.05, no se incluyen. Se trata de desiertos climáticos en los que ya no puede haber desertificación; y (iv) Un valor de, por ejemplo, 0.05 significa que la precipitación supone el 5% de lo que potencialmente se podría evaporar. Dicho de otro modo, si lloviese 20 veces más, de manera uniforme, todo se evaporaría.
Una obra maestra por los cuatro costados. Es un libro muy equilibrado en el que las descripciones son compactas y contundentes -las dos páginas dedicadas a Niamey, la capital de Mali, son insuperables- hay contenido didáctico –nos habla de los tuaregs, de la desertificación, de la colonización francesa, del proceso de deshidratación del cuerpo humano- y hay una hilo conductor –atravesar el Sáhara- que te mantiene atrapado. Deseas avanzar, ver más sitios, y te da pena que queden cada vez menos páginas.