No es una impostura mi querencia por el otoño. No es una excesiva inclinación hacia la melancolía ni un alarde por llevar la contraria. Mucha gente adora el verano, por las vacaciones, el sol, o la playa. Aunque en los últimos años, con el cambio climático, hemos de reconocer que se ha convertido en un verdadero espanto.
A mí el otoño siempre me gustó por que atajaba el insoportable tedio del verano. Es cierto que con él llegaban las clases y las tardes mermaban. Pero también empezaba la liga y se imponía una rutina que me venía bien. La vuelta al cole me permitía reencontrar a los amigos. A veces nos encontrábamos tan cambiados que durante unos días flotaba un halo de extrañeza. Algunas niñas, convertidas en mujeres en la crisálida estival, ya nunca más te volverían a mirar. >>seguir leyendo
Una enorme barcaza empuja las pastosas aguas del Yangtsé. Solitaria y anónima, su avance llama la atención del viajero. Imagina su navegación impertérrita, cansina, hastiada de soportar tantas mercancías, tantos atraques, tanto soltar amarras y negociar en un idioma extraño la carga de sus bodegas. Imagina cómo los estibadores se despliegan coordinadamente y sólo con gestos, sin gastar palabras, cargan y descargan la barcaza a través de tablones untados de barro que unen la cubierta con muelles de mil puertos fluviales. Meten y sacan sacos de arroz, garrafas de aceite de mostaza, quintales de sésamo y lingotes de té verde prensado. >>seguir leyendo
El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.