Cuando todos estén muertos

Esta es una carta que escribí a Ramón Trecet cuando aun estaba en radio 3, a los mandos de un programa llamado ‘Diálogos 3’. Yo conocía a Trecet por el baloncesto. Su programa ‘Cerca de las estrellas’ fue pionero en acercarnos la NBA. Retrasmitió partidos del campeonato nacional y siempre me pareció alguien con una opinión particular y contundente sobre los hechos. Alguien que se moja. Me enganché al programa ‘Diálogos 3’ en sus últimos años y para mí fue un acompañamiento insustituible. Una noche se me ocurrió escribirle una carta, en agradecimiento y reconocimiento al programa. Más tarde, por casualidad, tropecé un día con él. Le hablé de la carta, que recordaba vagamente. En cualquier caso ya habían paso dos años de aquello y para mi fui emocionante que leyese algunos fragmentos en el programa.

Aquí va la carta y un enlace en el que escuchar bastantes de los programas (http://www.archive.org/search.php?query=subject%3A%22Dialogos%22)

Muchas veces me ronda la optimista idea de pensar qué pensaré el día que cumpla ochenta años y mire para atrás. ¿Qué habrá sido de los que han sido mis jefes? ¿Mereció la pena agobiarse por problemas tan nimios como no entregar un informe a tiempo o ponerse nervioso ante un público que te escucha?

A lo mejor escucho uno de los CD’s en los que cada temporada recojo la selección de la música que escucho en tu programa y me viene a la cabeza la mágica vida que viví en la primera década del siglo XXI. Trabajaba en casa, en temas interesantes. Me pagaban por pensar en aquella época, recordaré.

En realidad ésta mirada al pasado la hago constantemente. Quizás uno de los momentos que más me marcaron fue cuando un primo me acusó de emocional, jugando al fútbol en algún parque. Por marcar un gol en una portería delimitada por dos montones de jerséis y gritar ¡gol!. Fue entonces cuando empecé a hacerme el tipo duro. A esconder sentimientos, a renegar de lo vital y apostar por lo cerebral.

Afortunadamente, y aunque trabajo con ecuaciones, la vida me ha permitido que me despoje de esa armadura poco a poco. Con una mujer estupenda, que me anima a soñar. Unos padres maravillosos que posibilitaron que alcanzase el grado de doctor y yo fuese mi propio jefe, abusando en la negociación laboral desde una posición de fuerza basada en el conocimiento.

Pero también tu programa, que empezó a meterse en mi cotidianeidad cuando estaba en una dura etapa de la tesis doctoral y que en esos momentos compaginaba con un absurdo trabajo en un ministerio, empezó a disolver la coraza.

Hasta entonces casi había negado la música como fuente de placer, eso de canturrear y seguir el ritmo era de mariquitas, pensaba yo, en esa etapa adolescente en la que se adolece de todo pero, principalmente, de sentido común. He de reconocer que a eso ayudaba el escaso ambiente musical de mi casa y que lo poco que oía eran las consabidas radio fórmulas. Yo no sabía que existían maravillas como Eva Cassidy, Que Dios lo aniquile, Paul Montsey, Sept guitarres o The gentle Light that wakes me up, Win Mertens, Einaudi, Rodrigo Leao…¡¡¡No lo sabía!!! La música griega, ¡oh dios mío!, la música griega.

La música que nos ofreces transmite emoción. Tú eres emoción. Eres un tipo que dice lo que piensa, que dice lo que siente. Que no se dejaría arrinconar porque con desprecio le dijesen: mira, ya está aquí el emocionado este.
Por eso cuando alabas los cacharros tecnológicos que tienen todas las canciones del mundo no puedo pensar que te puedan sustituir.

Cuando presentas la canción For free y explicas de qué va y te vuelcas en transmitirlo, entonces la canción queda marcada a fuego en el alma. Ya no es sólo una canción, es algo más. Estoy pensando que para el CD de este año voy a ha hacer un libreto donde se reflejen estas cosas. Cd’s ilegales, a base de descargas del e-mule (aunque he de decir que procuro comprar los cd’s originales de esta gente tan buena; hoy me conseguí el de Nights of Alambra en amazon) que después regalo a los amigos. A amigos selectos. El título del CD trata de reflejar algo especial: por ejemplo el de este año se llama Teo llega, con la lluvia, debido a que unos amigos han tenido un hijo, que se llama Teo (no pudo ser que el día de su nacimiento lloviese).

Pero claro, el CD con las canciones no tiene el mismo efecto que sobre mí, porque yo conozco el contexto y cada vez que escucho una canción me conecto con el programa, con tu voz, con tus historias, con tu excelso vocabulario. Aunque he de decir que a veces la cadena de emocionalidad se transmite: el año anterior titulé el disco Que os querías, y fue el regalo de boda de otros amigos. Eva Cassidy se convirtió en la banda sonora de la boda.

Es por la noche y escribo estas líneas en un arranque de emotividad, que se inició al poner Explosions in the Sky. Y me vino el título de la carta. Me dije, que coño, voy a decirle a Ramón lo que pienso (siento). Y lo mismo se descojona o no lo llega a leer. Son propicias estas noches solitarias para contar cosas, dejarse ver.

Cuando todos estén muertos sólo necesitaré escuchar A child para recordar eso de: admirad la belleza, es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo.

 Muchas gracias por tu aporte emocional a la vida. Un fuerte abrazo

PD Por cierto, que tampoco andas mal de consejos audiovisuales y literarios. Me estoy viendo Friday Light Nights y me parece muy buena. Me leí las novelas de Terramar y estoy esperando que llegue a la biblioteca Vida y destino de Vasily Grossman. Es importante tener guías en la vida.

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