Los desiertos y la desertificación

A finales de 2015 presenté al comité editorial del CSIC una propuesta para escribir un libro divulgativo que tratase sobre la desertificación, materia a la que me llevo dedicando desde hace unos 15 años como investigador científico.

En colaboración con el sello editorial ‘Los libros de la Catarata’, el CSIC propone la colección ‘¿Qué sabemos de?’, para acercar al público general conocimientos que normalmente se vuelcan en foros especializados e inaccesibles al común de los mortales. Se trata de que la ciencia, lo que hacen los científicos, llegue en un tono amable a la gente.

La iniciativa de enviar el proyecto de este libro partió de Almudena Delgado, quien recientemente había llegado a la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA, CSIC) con nuevas ideas y un brío que agitaba sus cimientos. Vista mi colaboración en diversos blogs y comprobando que la colección no contaba con ningún volumen dedicado a ese tema, me animó a presentarme.

Ante mi sorpresa, la propuesta fue aceptada. Tenía seis meses para escribirlo.

Inicialmente, ¡oh alma de cántaro!, me pareció tiempo más que de sobra. Mi tarea principal consistiría (eso creía yo) en reunir mis escritos previos y unificarlos bajo un mismo tono, evitando solapamientos y soldando los bordes de textos tan dispares como son una tesis doctoral y un post divulgativo. Sin embargo, aunque contaba con un armazón básico, el trabajo fue mayor del esperado y los seis meses supusieron intentar meterse en unos pantalones de cuando eras niño.

El objetivo fundamental del libro estaba muy claro: transmitir las diferencias que existen entre los procesos de desertificación y los desiertos. El concepto se puede extrapolar al declive de los océanos, al cambio climático o a la desaparición de los bosques. La cuestión es que la desertificación (y otras muchas catástrofes ambientales) no son producto de la mala suerte, sino de la mala planificación.

Los desiertos no son una suerte de monstruos que avanzan sepultando países y ciudades. Los desiertos son ecosistemas estables, aunque poco productivos, debido a la escasez de agua, el principal ingrediente para la vida. La desertificación ocurre cuando, permanentemente, pretendemos sacar de un territorio más riqueza de la que la naturaleza produce. Este saldo negativo es insostenible en el medio o largo plazo y ser consciente de ello es definitivo para buscar soluciones adecuadas. Ignorarlo es estar abocado al fracaso.

Para lidiar con la tarea que se presentaba por delante empecé a sacar libros y artículos de la biblioteca y mis archivos personales. Se trataba de aquilatar con precisión las ideas que estaban escritas en los posts y de demostrar coherencia en lo que se iba a escribir. Además, había que tener en cuenta los límites impuestos por la editorial, tanto en cuestiones de formato como de espacio.

Rescaté fotos de mis viajes por el desierto, de las expediciones con Harmusch. Pedí a Alberto Ruiz que me ayudase con el trabajo gráfico. Solícito y propenso a meterse en líos, no dudó en ayudarme y de paso en enredar a su hija Teresa en el proyecto.

El libro fue tomando forma y en junio de 2016 el primer borrador estaba listo. Después llegó el verano y con ello el silencio administrativo. Por fin, en otoño, Arantza Chivite, editora de ‘Los libros de la Catarata’, retomó el asunto y del borrador llegamos a un libro de verdad, con su portada, ISBN y contraportada.

Hoy ve la luz ‘Los desiertos y la desertificación’, el nº 83 de la colección ¿Qué sabemos de? Y es el momento de agradecer a todos los que de manera directa e indirecta estuvieron detrás de estas páginas. Los investigadores que me precedieron y de los que aprendí, la familia, los compañeros de brega, toda esa gente del día a día que te ayuda a seguir en pie.

Este libro no es un alegato ecologista, ni pretende dividir en bandos. Más bien pretende contribuir a conciliar economía y ecología. Esta es una vieja aspiración de diversos investigadores en todo el mundo, que reclaman la interdisciplinariedad (menuda palabrita, para ganar en el Intelect) de los diversos campos científicos que intervienen en los problemas medioambientales, para poder vivir dignamente sin cargarnos la naturaleza. Si finalmente acabamos con ella, habremos perdido la dignidad y, desde luego, viviremos de un modo bastante indigno.

Me parece un gesto de racionalidad (y de agradecimiento también) cuidar, proteger y mantener limpia la casa que nos cobija, nuestro querido y único planeta Tierra.

4 comentarios sobre “Los desiertos y la desertificación”

  1. Como siempre bravo por enseñar y en esta ocasión por generar conciencia …. que tanta falta hace en los tiempos que corren.
    Esther.

  2. Acabo de terminar de leer el libro, y no quiero dejar pasar ni un minuto en hacerte saber, en hacerle saber a los que puedan pasar por aquí, que “Los Desiertos y La Desertificación” es un ensayo digno de ser de obligatoria lectura para todo adolescente en los últimos años de bachillerato.

    La manera en que expones todas las ideas, investigaciones y saber sobre el tema, es sumamente divulgativa, bien hilada y sumamemte inteligible.

    Lo mejor, es que no eres fatalista, si no más bien esperanzador. Claro en la propuesta de que las soluciones no son sencillas. Tal vez hubiera sido útil la puntilla obvia de que hace falta más gente interesada, más personas ilusionadas con investigar y tener ideas que ayuden a preservar y desarrollar acuíferos, suelos y cubiertas vegetales que aporten calidad general al planeta.

    Hacen falta todos los cerebros posibles para que podamos “calmar nuestras desmedidas ambiciones y conciliarnos con la naturaleza”.

    En fin, quiero felicitarte por el libro. Tanto a ti como al CSIC, por colaborar a que el conocimiento de la ciencia importante e interesante vaya calando lo más rápido posible en lancultura global.

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