Seguimos el tortuoso camino del río Klamath. Horas y horas de conducción entre bosques de coníferas. Vamos por una carretera bien pavimentada, con muy poco tráfico. Bosques silenciosos. En el interior de la foresta enseguida prosperan las sombras. Flota en el ambiente el aroma de los pioneros. Osos y tramperos. Granjas de mala muerte cobijadas entre el espesor de los abetos.
Nos han recomendado evitar esta carretera. Había otras dos posibilidades. Ir hacia la costa por Redding, siguiendo la autovía. La otra, al norte, atravesando el Grand Pass y después cayendo a Crecent City. Allí se erige un presidio de cierta solera. Deben de encerrar a tipos como Hannibal Lecter. Por las calles merodean yonkis con la condicional. Sin embargo a mi me apetecía estar a un lugar llamado Pelican Bay y entrar en el Estado de Oregon. Una solución de compromiso es esta de seguir el Klamath. Al menos evitaremos los caminos architrillados.