Excelente. Una joya encontrada de manera más o menos casual. No puedo mentir. Lo primero que me llamó la atención fue la portada. Tres jugosos pares de muslos. Que deberían ser cuatro. Tres jovencitas en el campo. Aunque deberían ser cuatro. El objetivo de la cámara se situó por debajo de las chicas, lo que da un aire de grandeza a la fotografía en blanco y negro.
Después vi una reseña en el Babelia. Me pareció interesante. La recorté y la guardé en mi archivo. Volví a topar con el libro en la estantería de una librería. El libro pertenece a una editorial joven (http://www.librosdelasteroide.com/) que tiene un catálogo muy atractivo compuesto por libros que han ido escapando a las editoriales tradicionales (por ejemplo todas las trilogías de Robertson Davies). Tenía dudas y eché un vistazo a la contraportada: ‘De los cientos de novelas que he editado esta es la única que realmente he releído en varias ocasiones’. Dice el editor original de la novela. Eso fue lo que me llevó a comprarla. Y fue un acierto.
Desde la primera línea la novela es embaucadora. Escrita de forma ágil, amena, se van devorando páginas y uno se ve envuelto en una historia aparentemente sencilla y lineal pero que empieza a tener dobleces y recovecos insospechados.
La novela trata sobre la vida familiar de los Soames. Contada desde varios puntos de vista por la misma voz en off. La hermana pequeña. El par de muslos que debe faltar de la portada. Nacida años después del resto de sus hermanas nos da un punto de vista que trata de ser imparcial.
Acontecimientos inicialmente llanos van cobrando relevancia a medida que pasamos páginas y corre el turno de palabra. La autora ha dividido en libro en capítulos que se van centrando en cada uno de los miembros de la familia. De la mano de Jessica, Matthew (el padre), Mathy y Leonie nos abismamos a las profundidades insondables de los sentimientos que gobiernan las decisiones de las personas. El capítulo final se reserva para Callie, la madre, que nos revelará detalles inquietantes.
Deliciosa cotidianeidad. Delicioso realismo sin acritud. Sólo por el gozo de narrar.
Hay otro detalle importante que pudo ser clave para decidirse a leer la novela: fue la única que escribió la autora. Esto suele ser buena señal: Salinger, Rulfo y Lampedusa concretaron casi todo lo que tenían que decir en una única obra maestra. Pero claro, habrá otros muchos contraejemplos que echen por tierra la teoría.
Leyendo tu artículo uno siente la necesidad de dejarlo todo y correr hasta la librería más próxima.