Testimonio de una de las supervivientes del brutal régimen comunista que asoló Camboya entre 1975 y 1979.
El libro es prácticamente la confesión que Denise Affonço aportó al juicio que se celebró contra los instigadores de tamaña brutalidad. Aunque el lenguaje utilizado y la estructura del libro son simples, no deja de ser un libro impactante. La mera narración de las peripecias que sufrió esta mujer durante aquellos cuatro años es suficiente para que el lector no pueda soltar el libro.
Cuando los jemeres rojos tomaron la capital del país enviaron a sus habitantes al campo, para que supiesen lo que era una vida dura, llena de privaciones. A base de engaños masivos la población apenas ofreció resistencia. El hambre primero y la desnutrición después fueron diezmando y desanimando a la población, completamente sometida y sin fuerzas para rebelarse. A ello contribuyeron las ejecuciones sumarias, que segaban vidas impunemente, al azar. Denise fue perdiendo a toda su familia, excepto a un hijo, que obviamente quedó afectado de por vida.
Curiosamente el primero en desaparecer fue su marido, defensor a ultranza del régimen que se abalanzaba como una lápida sobre la población. Su colaboración con los rebeldes desde el principio –por ejemplo les dio su coche- muestra lo difícil que resulta prever la magnitud de un desastre in situ, y lo fácil que parecen las soluciones cuando se analizan de forma atemporal o desde la lejanía.
Vemos a la autora cavando zanjas, cultivando arroz, buscando renacuajos y pececillos con los que completar su exigua dieta, que consistía en el almidonado caldo resultante de hervir arroz. A veces, incluso, le tocaban unos granos.
Se estima que el régimen acabó con la vida de al menos dos millones de personas. Además supuso la destrucción del territorio camboyano, transformado compulsivamente las selvas en campos de cultivo. Curiosamente la gente moría de hambre, porque todos los alimentos eran enviados a China a cambio de armas –que permitían someter a la población- o dedicados a la manutención de los adeptos al régimen.
Una gran tragedia de la que apenas se escuchó palabra en Europa. Eso fue precisamente lo que impulsó a Denise Affonço a poner por escrito su tremendo sufrimiento y enterar al mundo de lo que allí había pasado.
Se pone de manifiesto la capacidad de sufrimiento y de hacer sufrir que tiene el ser humano.