Cartas desde Sajama. Llamas, alpacas y vicuñas

Dice Gerardo que llevo durmiendo doce horas. Me lo creo. Él, mientras tanto, ya ha dado varios bandazos y tiene pensado el primer itinerario.

Salgo de la tienda y me encuentro con una estampa magnífica, por un lado los dos Parinacotas, por otro el Sajama. El cielo está limpio, no queda ni rastro de la tormenta de anoche. En la gran planicie verde, inundada, los denominados bofedales o turberas, el ganado pasta a sus anchas. Es una mañana primorosa.

Campamento 1 (4372 m). Gerardo buscando al gato. Al fondo los Panayotas

Ahora, con la cabeza más clara y un mapa delante, es el momento de explicar a qué coño hemos venido aquí. Siguiendo la estela gerardiana de ver todos los felinos del mundo, nos enfrentamos en esta ocasión a uno de los más esquivos, el gato andino. Del tamaño del gato montés, y con un peso de unos cinco kilos, está alimaña vive por encima de los 4000 metros y se alimenta a base de vizcachas, un simpático roedor que está a medio camino entre la marmota, el conejo, y el canguro. El gatito tiene miles de agujeros a su disposición para pasar desapercibido y Gerardo espera detectarlo a base de linternazos. Sin embargo parece ser que el bicho es bastante diurno con lo cual a base de telescopio, y mirando fijamente a las comunidades de vizcachas, puede que tengamos la suerte de ver a uno en acción.

Localización del PN Sajama. En azul la ruta que hemos seguido desde que nos dejó el autobúas. Casi todo en todoterrenos.

Poco más se sabe de este gato, avistado por muy poca gente hasta la fecha. Aprovechando los paseítos por las alturas nos iremos aclimatando para tratar de acometer la ascensión del Parinacota. Este volcán marca la frontera entre Chile y Bolivia y, sin ser un gigante, supondría nuestro record personal de altura. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Para subir una montaña de estas tienen que confabularse varios factores. Además de estar en forma y adaptado a la altura, el día de la ascensión tiene que haber buen tiempo. Cualquier mínimo detalle puede echar por tierra el entrenamiento de meses. Aún y así conviene no obsesionarse.

El majestuoso Sajama (6542m).

Después de mirar este valle nos trasladaremos hacia la zona de los geysers. Según cómo este el panorama de vizcachas por allí cambiaremos o no otra vez de campamento. No conviene hacer muchos cambios, puesto que cada día de transición hay que pasar por el pueblo de Sajama, y entre ir y venir y esperara a que aparezca un coche se va buena parte del día.

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Las primeras pendientes se encajan más o menos bien. Tenemos poco apetito y caminamos despacio. Vemos las primeras vicuñas y vizcachas. Se adivina una mesetilla pedregosa por la que es fácil progresar. Sin embargo se gana altura despacio. El paisaje está bastante despoblado. Pocas aves. No hay rapaces, mal síntoma.

Vicuñas alerta ante nuestra presencia

Se van formando nubes de evolución diurna que auguran nuevas lluvias. El Sajama empieza a cubrirse. Hemos llegado a los 4600, lo cual no está nada mal para ser el primer día. Veremos qué tal lo asume el cuerpo. Desde aquí tengo perspectiva suficiente para corroborar mi primera impresión sobre la ganadería de la zona: hay muchísimos animales. Gerardo me asegura que muchos más que hace siete años, cuando él estuvo por aquí. Hay otra prueba un poco más objetiva: los corrales de piedra, que son los más antiguos, son ridículos para la cantidad de animales pastando que hay aquí. Sin embargo los nuevos recintos, más precarios y construidos deprisa y corriendo con cualquier cosa, tiene capacidad para rebaños de 300 individuos. Hay llamas, alpacas y algunas ovejas. También explotan las vicuñas que hay en libertad. Una vez al año los habitantes tienen permiso para acorralar a los animales y hacerse con su preciada lana. El kilo lo venden a 600-700 dólares. Es algo parecido a la ‘rapa das bestas’ del asturcón asturiano.

Parece que los últimos años han sido muy lluviosos. Además han mejorado las técnicas de cría de la llama y los cuidados veterinarios. Esto ha disparado la carga ganadera. Veremos a ver cómo es el reajuste cuando retornen las sequías.

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Como la adaptación en altura tiene que ser progresiva decidimos pasar la tarde en las termas. Son unas pozas naturales con agua a unos cuarenta grados. Por treinta bolivianos (8,5 bolivianos = 1 euro; 3,5 euros) puedes bañarte durante todo el día y además te dan una toalla. No hay ni dios.

Al poco de entrar en el agua se desata la esperada tormenta. Si no fuese por los bolos de granizo sería perfecto. Nos refugiamos como podemos bajo el borde de barro.

[http://youtu.be/g1i3fX5xY_s]

Granizada en las termas.

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