Sitios a los que no va ni dios (y es una pena)

En realidad yo quería ir a Soria. Pero nunca llegábamos. Dimos tantos bandazos que la lista de pueblos y parajes que recorrimos es irreproducible.
Nos entretuvimos por el borde septentrional de Cuenca y la Alcarria, un piélago de lugares curiosos e interesantes. Muy a desmano.
Mi objetivo inicial era tan nítido como simplón. Era el tiempo de la temida canícula y malvivía tirado en la jarapa, aguantando las calenturientas vaharadas que lanzaba el Sáhara. Parecía que hubiesen encendido un secador gigante.
Pasaban los días de plomo y en un arrebato de lucidez tuve una visión. Mi destino eran esas nubes grises atravesadas por rayos que aparecían en un mapa del tiempo cuajado de discos amarillos. Sí, iría a la Ibérica, en busca de tormentas.

Blog_285El Señor de las Tobas es un ser diletante e incansable. Depositario de un conocimiento anacrónico y de un acervo geográfico sin par. Un compañero de viaje propicio para perderse. En el tiempo y en el espacio. Masculla letanías que son barrunto de planes estrambóticos. Priego-Escabas-El Recuenco-Arbeteta-Ocentejo. Murmura según desdobla mapas y más mapas que nos van sepultando.

Viana de Jadraque-Sigüenza-Santiuste-Sienes-Conquezuela. Mantras que le hacen inasequible al desaliento. Un tipo que avista un sedimento colgado de una ladera que queda a tomar por saco y se cruza un campo de cultivo recién arado bajo los treinta y pico grados que caen a plomo; amenizado por el canto de las chicharras y los ladridos de dos mastines que ya le han detectado. «Es que hay que ver si es toba o caliza». «Claro, claro».

Para romper el vínculo con el asfalto y la ciudad buscamos las aguas cristalinas del río Escabas. Aguas recién paridas por las rocas. Desbrozamos juncos para llegar a la orilla. Y de un salto nos quitamos el calor. Nadamos en las agua heladas; nos revitalizamos. Salir no es tan fácil. Nos raspamos con la vegetación de ribera. Uno tira del otro. Las moscas y los tábanos se alegran de tan ilustre visita.

En el Guadiela repetimos la operación. Este es un río más disfrutón. Menos frío. Con una playa por la que acceder.

Las carreteras, sin apenas tráfico, seccionan trigales que enormes cosechadoras se encargan de repasar. Campos de girasoles en variados estados fenológicos. Hay huellas de las arroyadas y acarcavamientos provocados por las últimas tormentas; históricas.

Vaguadas mal avenadas en las que persisten calenturientos charcos donde crían las ranas.

Castillos ignotos coronando peñascos. Territorios que eran fronteras entre reinos. Gentes al abrigo de murallas que se afanaban en levantar en posiciones estratégicas. De difícil acceso.

Blog_286Para desayunar buscamos bares con ventanas por las que se filtra la luz. Para el café con hielo de la tarde merenderos a la sombra de choperas.

Salinas continentales. Balsas de agua que se evaporan al son de los calores. Costras de sal que se rastrillan y amontonan. Diapiros de sal entre parameras. Ermitas, cuevas, tumbas antropomorfas. Elefantes y panteras fosilizadas. Sepultadas en el lodo hace miles de años. Los trigales que vemos eran como el delta del Okabango. La sequía atrapaba a los animales, que morían entre miserables charcos y arcilla cuarteada.

Vías de tren abandonadas. Estaciones sin parada. Ferroviarios que se extinguen. Como la fauna de hace trescientos mil años.

Un territorio que se desvertebra.

Blog_287El Señor de las Tobas (Ambrona-Torralba-Medinaceli-Salinas-Layna-Sagides-Chaorna-Judes-Codes) detecta un estrato en lontananza. Paramos el coche. Examinamos los taludes que ofrece el corte hecho por la carretera. Conjeturamos. Imaginamos una laguna gigante. Los estribos de la presa natural que formaba la barrera tobácea es lo que sobrevivió a los avatares del tiempo. La red hidrográfica sigue excavando el relieve y modificando la topografía. «La erosión homogeniza el paisaje; los empujes tectónicos lo alteran».

Paradas y más paradas. Pueblos abandonados con iglesias semiderruidas. Polvo y sed.

Alimoches, ciervos, cabras monteses. Estoicas sabinas albares de silueta cónica y tacto áspero. Criadas a base de un frío que rompe las piedras y hace harina las tobas. Ancladas a un raquítico suelo escaso en nutrientes.

Apuesto a que la laguna de Judes, que ahora es un cuenco polvoriento, tendrá en invierno una corteza de hielo sobre sus aguas.

A veces aparece en el paisaje una línea recta impoluta. Que salva barrancos y atraviesa montañas. Es como si se materializasen las líneas imaginarias de los mapas. El AVE Madrid-Barcelona es una recta concebida por ingenieros ambiciosos. Responde a un razonamiento tan sencillo como brutal: la distancia más corta entre dos puntos es una recta. Sus pasajeros consideran una molestia las dos o tres horas que han de perder atravesando un paisaje de hierbajos y pedruscos. «¿La recta no podría ser más recta?» Para pasar el mal trago hacen uso de una sofisticada tecnología en la que escriben reflexiones impagables: «Llegamos en 1 h», «En Zaragoza calor», «Ya si eso».

Blog_289Botellines helados para sacarse el cansancio de la jornada. Derrengados, meditamos el siguiente movimiento, leemos periódicos provinciales pasados de fecha. De vez en cuando estalla una mosca en las trampas eléctricas azul cian.

Elegimos dónde pasar la noche. A la intemperie, que se vean las estrellas. Que haya un árbol o un murete. Algo que nos quite el viento y nos dé sombra por la mañana.

Seguimos dando bandazos. STOP. Enciendo la pipa. STOP. Se ve la Vía Láctea y se escuchan autillos. STOP. Buenas noches. STOP.

 

 

 

3 comentarios sobre “Sitios a los que no va ni dios (y es una pena)”

  1. Qué maravilla de fotografías! La belleza de estos lugares también es su silencio…. cuidado no vayan a enterarse los del turismo masivo y se llene!

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