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«Aquí Bahía, aquí Bahía, cambio». Estas eran las palabras con las que encabezaba el parte de guerra: dar cuenta de los progresos, acuerdos y acciones llevados a cabo durante la jornada. Si tras un par de días no había señales de vida es que algo había pasado. Y, en efecto, pasaron muchas cosas. Algunas de ellas difíciles de creer. Durante muchos años traté de sacar aquellas historias a flote. Hasta que di con el hilo conductor que me permitió enhebrar en formato ficción lo que aconteció aquel verano del 96. >>seguir leyendo
Alguna gente me pregunta por qué quiero ir a Bolivia otra vez, con todos los países que hay. En realidad tampoco he ido tantas veces. Creo que está será la cuarta. He viajado más por España, y me quedan muchísimos rincones que recorrer. Incluso comarcas enteras.
Si medio millón de kilómetros cuadrados dan tanto de sí, imaginaos el doble. Pero el tamaño es lo de menos, como todos sabemos. Hay otro dato realmente interesante: más de 600.000 kilómetros de carreteras asfaltadas tachonan el territorio español. Para el doble de superficie, en Bolivia hay unos escuetos 4.500 kilómetros. Eso dice mucho de un país. Lo hace interesante. >>seguir leyendo
Cuando por fin me dejo caer estoy muy lejos de casa. En el altiplano boliviano, a más de 4000 metros de altura. Tengo toda la ropa de abrigo puesta. Estoy metido en el saco y el soroche, el mal de altura, ya me ha dado el primer estacazo. El aire enrarecido unido a las treinta y algo horas de viaje y al ‘jet lag’ me han convertido en un guiñapo cuya única aspiración es adoptar una postura horizontal.
La fuerza con la que hemos salido de Madrid se ha ido diluyendo a medida que nos hemos ido encontrando obstáculos: los múltiples controles de seguridad con sus correspondientes colas, los raviolis del avión, las esperas, la tensión con la que hemos aguardado la aparición de los mochilones en la cinta trasportadora, el peso de esas mochilas colgadas de los hombros. Por fin el autobús nos ha dejado en medio de la nada, y ha continuado su camino hacia Arica, por la Ruta 4. >>seguir leyendo
Ayer, después de colgar contigo, las cosas cambiaron radicalmente. No pasó nada, pero pudo pasar. Por eso estoy en el hotel, escribiendo esta carta después de un opíparo desayuno.
No pudo ser la cervecita en las aguas termales. Al poco de llegar al hotelito cochambroso de Sajama que habíamos pagado por adelantado una señora nos dijo que había problemas en la carretera. Era una guía turística que andaba con unos franceses por la zona. Tuvo la buena idea de avisarnos que una comunidad ha cortado la Ruta 4. Reclaman su propia carretera. >>seguir leyendo
El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.