Me perturba el sonido de un motor. Estoy metido en la crisálida de plumas que es el saco. Completamente encerrado. Con ropa. Todo. Menos los zapatos. No puedo pensar en la posibilidad de salir de allí. Pero se oye movimiento. El motor del coche. No sé cuánto tiempo llevará encendido. También oigo cremalleras que se abren o cierran. Pasos. Abrir y cerrar puertas.
La última vez que saqué la cabeza estaba muy oscuro. Y todo mojado. Incluyendo parte del saco. Al ovillarme, un lateral quedó fuera de la protección del doble techo de la tienda que me había echado por encima. He escuchado como gotean los árboles. Tengo el pelo algo húmedo. No quiero salir de este refugio cálido.