Como punto de partida, una imagen me
resulta sumamente útil para ponerme a escribir. Veo un jarrón de la Dinastía
Ming que cae al suelo y se hace pedazos. Quedan esparcidos y tras el estruendo
y la angustia de los primeros instantes contemplo el alcance del desastre. Deben
quedar pocos jarrones de la Dinastía Ming. Todo el mundo conoce a alguien que
ha roto un jarrón de la Dinastía Ming.
La analogía es sencilla. El jarrón es mi
vida antes de ser padre. Los fragmentos la vida posterior. En medio el frenesí. >>seguir leyendo
Toda la vida escuchando en la radio el atasco eterno del nudo de Manoteras. Nombre castizo donde los haya. Castellano sin paliativos. Manoteras.
Los Moragones eran una de esas familias buque insignia del barrio, de la barriada, a las afueras de Madrid. Competitivos, descarnados, chulos y provocadores. Chavalitos al mando del equipo de futbito que ganaba aquellas copas enormes con las que se decoraban las fiestas del barrio. También había baile y orquesta. Y campeonato de mus. Los Moragones acaparaban trofeos y fama. Espoleaba su orgullo, afianzaba la forma de hacer las cosas. Eran unos supervivientes que supieron hacerse un hueco en la capital. >>seguir leyendo
El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.