Almería, tierra de probaturas

Los aviones de los americanos hacían pruebas con aviones de guerra en los cielos de Almería. Pues no habrá otro sitio. Ensayaban el repostaje en vuelo. Hasta que algo falló y cayeron dos aviones. Y con él cuatro bombas termonucleares en Palomares. No es el primer experimento en tierras almerienses. En 1957 el Instituto Nacional de Colonización pone en práctica una técnica de cultivo que promete ser revolucionaria, el enarenado. Básicamente se trata de aprovechar la gran cantidad de luz disponible en las zonas más meridionales de España y su buena temperatura a lo largo del año para cultivar de manera casi artificial, obviando la mala calidad de los suelos y la crónica falta de agua. Los invernaderos son un invento almeriense[1], que se ha mostrado tan rentable como depredador de recursos hídricos. No queda ahí la cosa. La Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC se originó como un instituto dedicado a investigar las propiedades y aplicaciones del higo chumbo (aunque lo parezca no es una tira de Mortadelo y Filemón, ni está implicado el profesor Bacterio). De ahí que sus actuales moradores se refieran a la EEZA (nombre impronunciable y demasiado aséptico, parece un medicamento) como ‘El Chumbo’.

Invernaderos en el Campo de Nijar y dos de las bombas que cayeron en Palomares (Fuente: Wikipedia)

Y hay más. Sebas, un experto instructor de buceo, me contó la historia de una construcción semiderruida, grafitada y mil veces meada, que está junto a la playa del embarcadero. Aquella ruina, me dijo, era la plataforma de lanzamiento de un cohete que estaba desarrollando un pionero programa de investigación en la universidad española de los años sesenta. La misión de Sebas era rescatar el cohete cuando caía al mar y traerlo de nuevo a tierra para seguir haciendo pruebas. También se ha experimentado con la carrera espacial en Almería. Por no hablar de la Michelín. La empresa adquirió hace décadas unos magníficos terrenos en el corazón de la sierra del Cabo de Gata para construir un circuito en el que probar sus ruedas. A veces los camiones dan vueltas y más vueltas durante días, para estudiar la resistencia de los nuevos materiales.

Plataforma del cohete experimental. Junto a la playa del Embarcadero

Así que no debí sorprenderme cuando vi que un avión que iba a tomar tierra en el aeropuerto levantó el vuelo antes de posarse. Al principio pensé que se trataba de un aterrizaje frustrado, de una emergencia. Me quedé mirando. Y el avión viró hacia el mar, describió un amplio círculo sin llegar a tomar mucha altura, y volvió a hacer la misma maniobra. Aterrizaba y despegaba. Estaba ensayando. El aeropuerto de Almería, con poco tráfico, sirve para ensayar.

Era otro ejemplo de la lista que me fui haciendo de los experimentos, ensayos, pruebas, que habían tenido lugar en Almería. Fue entonces cuando me pregunté si no era algo más que una coincidencia que yo me pusiese a hacer experimentos como escritor. En una tierra que parece propicia para atreverse a probar. A probar sin miedo. A atreverse a soñar. Como hicieron los del cohete, que se imaginaron su invento en la luna, aunque una y otra vez iba al fondo del mar.

Quién sabe. Hay que intentarlo. Una y otra vez. Sé que estoy en el lugar adecuado. Ahora falta toparse con el momento adecuado para que se produzca el milagro.


[1] En su forma más elemental el enarenado ya era utilizado por los agricultores de la costa de Granada desde finales del siglo XIX

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