Almería, tierra de probaturas

Los aviones de los americanos hacían pruebas con aviones de guerra en los cielos de Almería. Pues no habrá otro sitio. Ensayaban el repostaje en vuelo. Hasta que algo falló y cayeron dos aviones. Y con él cuatro bombas termonucleares en Palomares. No es el primer experimento en tierras almerienses. En 1957 el Instituto Nacional de Colonización pone en práctica una técnica de cultivo que promete ser revolucionaria, el enarenado. Básicamente se trata de aprovechar la gran cantidad de luz disponible en las zonas más meridionales de España y su buena temperatura a lo largo del año para cultivar de manera casi artificial, obviando la mala calidad de los suelos y la crónica falta de agua. Los invernaderos son un invento almeriense[1], que se ha mostrado tan rentable como depredador de recursos hídricos. No queda ahí la cosa. La Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC se originó como un instituto dedicado a investigar las propiedades y aplicaciones del higo chumbo (aunque lo parezca no es una tira de Mortadelo y Filemón, ni está implicado el profesor Bacterio). De ahí que sus actuales moradores se refieran a la EEZA (nombre impronunciable y demasiado aséptico, parece un medicamento) como ‘El Chumbo’. >>seguir leyendo

Maneras de leer (I). La pila de libros

Voy haciéndome con libros que parecen interesantes. Unos prestados, otros comprados. Los libros van formando pilas que me afano en devorar. Pero me indigesto. La tasa de lectura no alcanza a la de la curiosidad. Así que las pilas van creciendo y reproduciéndose. Devienen en ingobernables.

Cojo un libro de la pila. Lo curioseo en un rato libre. Si no me engancha lo vuelvo a dejar. Trato de recordar el motivo de que ese libro llegase hasta mis manos. Cuál era el interés.

Como soy muy fácilmente convencible en cuanto alguien me habla bien de un libro me interesa. Lo mismo pasa si leo una crítica medio ineteresante. >>seguir leyendo

Una regata de locos, de PETER NICHOLS

Obra maestra. Y no sólo de la literatura náutica. El libro se basa en contar el desarrollo de la primera edición de la Golden Globe, una regata patrocinada por el Sunday Times, que se fue gestando de manera aparentemente informal y cuyo objetivo es dar la vuelta en barco sin escalas y en solitario. Había dos premios: una bola del mundo de oro de (el Golden Globe) para el primero que llegase, y 5000 libras para el que lo hiciese más rápido. No necesariamente tenían por qué coincidir ambos premios, puesto que la salida podía tomarse entre principios de junio y finales de octubre. >>seguir leyendo

¿Cuánto vale la Naturaleza?

Desde hace unos años los científicos sociales se están planteando esta cuestión. Con la premisa de que lo que no tiene precio no vale nada, en el mundo de las ciencias sociales, particularmente en el área de economía –algunos de los cuales sustentan la hipótesis anterior- hubo una explosión de creatividad para tratar de poner en cifras el valor de la Naturaleza. La intención era muy buena: se trataba de hacer consciente a la sociedad de que más allá del PIB hay cosas como el aire limpio, los bosques o la vida animal que son también riqueza. Es decir, que ampliar la batería de indicadores que sintetizan el estado de un país o una región puede dar una imagen más completa de la situación. Es importante el PIB, pero también que haya más o menos masa forestal. Ese era el mensaje que se pretendía trasladar. >>seguir leyendo

Memorias de un oficinista. El móvil

Me dan un teléfono móvil. Nuevo. De última generación. Es como una gran gota de mercurio. Frío. Extremadamente denso. Un peso concentrado en un escueto pedazo de materia que busca con ahínco el fondo del bolsillo de la americana.

Ahí estará concentrada tu vida, me dicen.

Ante el tacto espeluznante me recomiendan una funda. Para evitar la sensación de estar tocando algo inerte. Desangelado. Temperatura de depósito de cadáveres. De reptil hibernante.

Hay fundas que además protegen de los golpes. >>seguir leyendo

Born to run, de CHRISTOPHER McDOUGALL

Este es un libro altamente motivante, al menos para mí, que siempre me ha atraído la idea de la autopropulsión, es decir, la manera de trasladarse de un lugar a otro por medios propios: corriendo, andando, en bicicleta, en piragua.

Y lo que expone este libro es la teoría de que el ser humano se ha desarrollado evolutivamente para correr largas distancias. Hemos sobrevivido gracias a nuestra capacidad para perseguir animales y agotarlos corriendo. No muy rápido, pero sí durante largas distancias. Somos los mejores en eso. Andamos erguidos porque es el mejor mecanismo de ventilación pulmonar. Y tenemos el más exquisito sistema de refrigeración que existe, las glándulas sudoríparas. >>seguir leyendo

Bolivia. Resonancias

Alguna gente me pregunta por qué quiero ir a Bolivia otra vez, con todos los países que hay. En realidad tampoco he ido tantas veces. Creo que está será la cuarta. He viajado más por España, y me quedan muchísimos rincones que recorrer. Incluso comarcas enteras.

Si medio millón de kilómetros cuadrados dan tanto de sí, imaginaos el doble. Pero el tamaño es lo de menos, como todos sabemos. Hay otro dato realmente interesante: más de 600.000 kilómetros de carreteras asfaltadas tachonan el territorio español. Para el doble de superficie, en Bolivia hay unos escuetos 4.500 kilómetros. Eso dice mucho de un país. Lo hace interesante. >>seguir leyendo

Cartas desde Sajama

Cuando por fin me dejo caer estoy muy lejos de casa. En el altiplano boliviano, a más de 4000 metros de altura. Tengo toda la ropa de abrigo puesta. Estoy metido en el saco y el soroche, el mal de altura, ya me ha dado el primer estacazo. El aire enrarecido unido a las treinta y algo horas de viaje y al ‘jet lag’ me han convertido en un guiñapo cuya única aspiración es adoptar una postura horizontal.

La fuerza con la que hemos salido de Madrid se ha ido diluyendo a medida que nos hemos ido encontrando obstáculos: los múltiples controles de seguridad con sus correspondientes colas, los raviolis del avión, las esperas, la tensión con la que hemos aguardado la aparición de los mochilones en la cinta trasportadora, el peso de esas mochilas colgadas de los hombros. Por fin el autobús nos ha dejado en medio de la nada, y ha continuado su camino hacia Arica, por la Ruta 4. >>seguir leyendo

Cartas desde Sajama. Llamas, alpacas y vicuñas

Dice Gerardo que llevo durmiendo doce horas. Me lo creo. Él, mientras tanto, ya ha dado varios bandazos y tiene pensado el primer itinerario.

Salgo de la tienda y me encuentro con una estampa magnífica, por un lado los dos Parinacotas, por otro el Sajama. El cielo está limpio, no queda ni rastro de la tormenta de anoche. En la gran planicie verde, inundada, los denominados bofedales o turberas, el ganado pasta a sus anchas. Es una mañana primorosa.

Campamento 1 (4372 m). Gerardo buscando al gato. Al fondo los Panayotas >>seguir leyendo

Cartas desde Sajama. Apuntes sobre el territorio bajo los efectos de la hipoxia.

La noche ha sido fría. El doble techo de la tienda ha quedado como una tabla, tapizada de hielo. Los desajustes producidos por la altura siguen. No tenemos hambre, comemos muy poco. Tengo la tripa mal.

Anoche caminamos y no vimos ojos. Llegamos a los 4800. Iba a ser un paseíto. Después de la caminata me metí en el saco. Gerardo siguió dando vueltas. Lo único que ha visto han sido vizcachas.

A pesar de la letrina que hemos descubierto a apenas ochocientos metros del campamento nos vamos a trasladar al valle de los geiseres. A ojos de Gerardo el hábitat es allí más adecuado para este gato anodino que no se quiere mostrar. A mí recoger las cosas, cargar con los mochilones y ponerme a andar me parece una losa. Pero no debo quedarme tirado en la tienda. No me puede comer la desidia. >>seguir leyendo

El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.