Aunque no me gusta que llegue el verano, sí me gusta que lo hagan los vencejos. Nunca recuerdo cuándo aparecen exactamente. Este año se retrasaron, porque mayo fue más fresco de lo habitual. Pero antes de que acabase el mes ya estaban por aquí. Empiezan a inundar la ciudad, cruzando frenéticamente la calle a la que dan mis ventanales. Son aves de cierto porte, con envergaduras alares que pueden llegar al medio metro.
Los días se han estirado mucho cuando reparo en los primeros ejemplares. Hace calor y hay insectos. Los imagino viendo asomar la ciudad a lo lejos, con el mar abajo. Deseando llegar a buen puerto. Se abalanzan sobre los edificios y comienzan a buscar huecos donde anidar. Vienen del sur, más allá del Sahara, del Sahel. Allí pasan el invierno y huyen del calor. Supuestamente aquí hace menos. Pero no mucho menos. >>seguir leyendo
Entre pandemia y crianza mi radio de
acción se ha reducido considerablemente. Echando cuentas, hace seis meses que
no salgo del municipio. Ha sido una temporada –que no tiene un final cercano- en
la que he tenido oportunidad de ir explorando con más detalle la geografía
urbana local. Uno de estos descubrimientos es la pequeña red de senderos
alrededor de la desembocadura del Andarax, que me ha concedido ligeras variantes
sobre el recorrido básico que utilizo para correr. Además, encontré un aderezo esencial
para estas carreras matutinas en el podcast de Las Edades de Millas, una de las secciones del programa ‘A
vivir que son dos días’. >>seguir leyendo
En mi devenir como escritor me cuesta,
como he dicho otras veces, separarme de la literalidad y dejarme llevar por la
ficción pura. Parte del problema es que mi faceta profesional bebe de los
hechos bien referenciados. Las habilidades que requiere escribir artículos
científicos me penaliza cuando trato de abordar asuntos puramente literarios.
Aún no he tenido mucho éxito en separar
ambos mundos. He utilizado autorías distintas para uno y otro asunto pero al
escribir divulgación científica el conflicto se muestra con toda su crudeza.
Este es un campo que me gusta y al que dedico tiempo en forma de colaboraciones con distintos
blogs y alguna pieza en este. >>seguir leyendo
Hace un par de años, Gonzalo Delacámara,
colega de mis tiempos en el Ministerio de Medioambiente, cuando me dedicaba a
temas del agua, la Directiva Marco y me afanaba en ganarme la vida como
consultor medioambiental, me puso encima de la mesa una interesante propuesta. Estaba
coordinando un libro
que buscaba sentar las bases sobre la economía del agua. Este es uno de esos
campos tan necesarios como difíciles de explicar y consolidar, pero es justo el
tipo de iniciativas que necesitamos.
¿Por qué? Porque de una vez por todas
tenemos que darnos cuenta de que la única solución posible para que los
recursos naturales de este planeta perduren y nosotros tengamos alguna
posibilidad de estar vivos y ser felices, pasa por conciliar economía y
ecología. >>seguir leyendo
Llevo veinte años haciendo modelos de simulación dinámica. Se trata de formular sistemas de ecuaciones diferenciales que representan la variación en el tiempo de determinadas variables, como puede ser el nivel de un acuífero, el espesor de suelo fértil o el número de animales que vive en un territorio (por citar algunas con las que he trabajado). Hablo, por tanto, de modelos que generan trayectorias temporales.
Modelar consiste en seleccionar aquellas variables y procesos que resultan esenciales para explicar el comportamiento del sistema que se está estudiando. Ello obliga, ineludiblemente, a descartar ciertas variables y a prescindir de ciertos procesos. Hay autores que aseguran que hacer modelos matemáticos es un arte. Esa afirmación la encuentro un poco exagerada pero denota pasión por los modelos matemáticos, algo, es cierto, que no parece muy congruente. Me refiero a eso de poner en un mismo contexto pasión y ecuaciones diferenciales. >>seguir leyendo
El crecimiento exponencial es una de esas ecuaciones que goza de visibilidad en los medios. Algo tan sencillo como dN/dt= r N (cuya integración resulta en N = ert) se utiliza para ilustrar el comportamiento de diversos fenómenos. En muchas ocasiones se trae a colación con propósitos admonitorios, advirtiendo de la catástrofe que nos espera tras el incremento desbocado de ciertas variables. Así, las emisiones de gases con efecto invernadero o la población mundial, muestran esa preocupante evolución. >>seguir leyendo
Reconozco que los títulos requieren de un ingenio adicional con el fin de que el lector, siempre limitado por su escaso tiempo, supere el umbral de curiosidad y siga leyendo o, en este mundo virtual, haga click. La relación enunciada, sin embargo, no es tan forzada y tiene un común denominador: la estupidez humana.
El escorbuto[1] era (y sigue siendo) una enfermedad terrible que inicialmente se manifiesta por un cansancio extremo. Debido a ello, su origen se atribuyó a la pereza, el segundo pecado capital, y se interpretó como un justo castigo divino; el remedio era no enfadar a Dios. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas se agudizan: dolor articular generalizado, encías sangrantes hasta que los dientes se caen, magulladuras que se convierten en heridas abiertas. Finalmente, en medio de unos dolores espantosos, sobreviene la muerte. >>seguir leyendo
A finales de 2015 presenté al comité editorial del CSIC una propuesta para escribir un libro divulgativo que tratase sobre la desertificación, materia a la que me llevo dedicando desde hace unos 15 años como investigador científico.
En colaboración con el sello editorial ‘Los libros de la Catarata’, el CSIC propone la colección ‘¿Qué sabemos de?’, para acercar al público general conocimientos que normalmente se vuelcan en foros especializados e inaccesibles al común de los mortales. Se trata de que la ciencia, lo que hacen los científicos, llegue en un tono amable a la gente. >>seguir leyendo
Llevaba detrás de ‘La España vacía’ de Sergio del Molino mucho tiempo. Desde que leí el argumento de este ensayo, la distancia sideral entre el campo y la ciudad, quise hincarle el diente. Los Reyes Magos me lo regalaron y pude unirme a la corriente que opina que es un libro muy bien escrito y que aporta puntos de vista interesantes que aclaran las razones del gran vacío en el que flotan las urbes modernas. Como resume acertadamente la contraportada: ‘Esa España interior del Quijote, la que divisamos desde la autovía, la de los pueblos que para algunos son la feliz aldea de los veranos infantiles y para otros el paisaje de la leyenda negra, es la España vacía de este ensayo’. >>seguir leyendo
Una aguerrida tropa de biólogos se afana por encontrar alzacolas, un pequeño paseriforme catalogado como especie en peligro de extinción en el Libro Rojo de las Aves de España. Se trata de estimar la población local de alzacola mediante transectos y estaciones de escucha. Montan redes para atrapar aves y anillarlas; ¿de dónde vienen? ¿adónde irán? La severidad del verano no les echa para atrás; con paciencia recorren barbechos y eriales, tierras de cultivo. Llevan parte de sus ropajes saharianos, los mismos prismáticos. La misma mochililla con los apechusques necesarios. >>seguir leyendo
El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.